Nuevas investigaciones demuestran que podría existir una relación significativa entre el estrés y la salud cerebral. Aquí aprenderá más sobre el estrés, su impacto biológico en el cerebro, las formas específicas en que el estrés puede influir en la salud cerebral, así como diversos métodos para reducir el estrés.
¿Qué es el estrés?
Todos lo hemos experimentado, pero ¿qué es exactamente el estrés? Se considera estrés cualquier tensión física, mental o emocional excesiva que pueda causar problemas de salud o agravar los ya existentes. El estrés puede ser el resultado de problemas importantes, como presiones profesionales, dificultades económicas, preocupaciones familiares, problemas de pareja o problemas de salud. Sin embargo, el estrés y la ansiedad también pueden deberse a problemas cotidianos menores, como los desplazamientos al trabajo o los problemas informáticos.
Estrés y salud cerebral
Cuando las personas experimentan periodos de estrés elevado, el cuerpo responde liberando lo que se conoce como “hormonas del estrés”, como la adrenalina y el cortisol. Estas sustancias producen la respuesta de lucha o huida, que es la forma que tiene el cuerpo de prepararse para hacer frente a cualquier circunstancia difícil que deba afrontar. A corto plazo, esta acción es beneficiosa. Sin embargo, la exposición continuada a niveles elevados de ansiedad puede empezar a dañar muchos sistemas internos diferentes, sobre todo el cerebro.
Algunos profesionales de la medicina opinan que el estrés crónico y la liberación de hormonas del estrés pueden provocar un mal funcionamiento de las células cerebrales (neuronas). A la larga, este mal funcionamiento puede dar lugar a problemas cognitivos como pérdida de memoria, dificultades de concentración, mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad o depresión, cambios de humor y otras enfermedades mentales potencialmente graves como el Alzheimer, la demencia y la toxicidad cerebral.
Un estudio vincula estrés y salud cerebral
Es importante señalar que el estrés afecta a cada persona de forma diferente. Algunos individuos tienen la capacidad de afrontar mejor que otros determinados factores estresantes. Además, es importante tener en cuenta que incluso los factores estresantes menores pueden afectar al cerebro de algunas personas en la misma medida que los desencadenantes de tensiones importantes pueden hacerlo en otras personas.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Oregón, las pequeñas molestias cotidianas y la forma en que las personas reaccionan ante tales desencadenantes podrían desempeñar un papel en la predicción de su salud mental futura. En el estudio, un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad examinó el impacto de factores estresantes menores, como los atascos de tráfico, en más de 100 ancianos de edades comprendidas entre los 65 y los 95 años. Se examinaron las capacidades cognitivas de los sujetos cada seis meses durante aproximadamente dos años y medio.
Además de completar los ejercicios mentales, también se pidió a los participantes que revelaran los desencadenantes de estrés específicos a los que habían estado expuestos antes de su llegada al lugar de la prueba. Los investigadores midieron los niveles de estrés de los sujetos midiendo su respuesta a preguntas específicas y calificando sus experiencias cargadas de ansiedad en una escala de intensidad. Además, se pidió a los participantes que rellenaran un cuestionario sobre cualquier manifestación de salud física que hubieran precipitado estos encuentros estresantes.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que quienes experimentaban reacciones más adversas al estrés mostraban un deterioro de las funciones cognitivas frente a los sujetos que se tomaban sus experiencias con calma. Otro hallazgo interesante se refiere a las edades de las personas más influidas por las circunstancias estresantes. Los investigadores descubrieron que el rendimiento cognitivo deficiente era más frecuente en individuos de edades comprendidas entre finales de los setenta y principios de los noventa.
Los investigadores opinaron además que, dado que la población de edad avanzada sigue creciendo, estos hallazgos podrían tener una importancia clínica significativa. Además, estos científicos sugieren que los ancianos (y las personas de todas las edades) deberían considerar la posibilidad de explorar formas de aliviar su exposición al estrés si desean evitar estos posibles escollos mentales.
Técnicas para reducir el estrés
Algunos profesionales de la salud sugieren que la lucha contra el estrés tiene dos vertientes: la preventiva, orientada a ayudar a las personas a limitar su exposición a circunstancias estresantes, y la reparadora, destinada a ayudarlas a aliviar las manifestaciones físicas o los problemas mentales relacionados con la exposición al estrés.
Técnicas preventivas
Puede resultar difícil para cualquiera evitar toda exposición al estrés y vivir una existencia sin tensiones. Sin embargo, hay ciertas salvaguardias que las personas pueden emplear para limitar el número de circunstancias llenas de tensión que encuentran, tales como:
- Identificar los desencadenantes específicos: Si se pueden identificar las situaciones que provocan estrés, es posible evitarlas.
- Gestionar el tiempo: Asignar el tiempo de forma más eficiente puede permitir realizar las tareas con menos prisas y estrés.
- No dispersarse demasiado: Asumir demasiadas responsabilidades es una forma segura de estresarse. El impacto del estrés puede evitarse centrándose únicamente en las actividades que uno debe o desea realizar.
Medidas reparadoras
La mayoría de las personas experimentan las manifestaciones físicas y mentales del estrés en un momento u otro. Cuando se dan estas circunstancias, es crucial mantener a raya la tensión e intentar evitar que la situación tenga una influencia perjudicial aún mayor sobre el propio organismo. Entre las medidas habituales para restaurar el estrés se incluyen:
- Hacer ejercicio: La actividad física permite al cuerpo liberar tensiones y frustraciones. Además, el esfuerzo estimula la liberación corporal de hormonas que ayudan a nuestros sistemas a sanar y que mejoran el estado de ánimo.
- Consumir una dieta sana: El estrés puede debilitar el sistema inmunitario y dejar a las personas expuestas a diversas enfermedades físicas y mentales. Comer alimentos ricos en nutrientes mantiene el buen funcionamiento del sistema inmunitario.
- Practicar técnicas de relajación: Los ejercicios de respiración o las actividades que equilibran cuerpo y mente, como el yoga o el tai-chi, no sólo reducen la tensión, sino que favorecen la claridad mental.
- Evitar los malos hábitos: En los momentos de estrés, algunas personas recurren al alcohol o al tabaco para liberarse de la tensión. Estos hábitos no sólo suponen un peligro potencial para la salud física, sino que pueden crear adicción mental.