Degeneración Macular Asociada a la Edad: Factores que contribuyen a su desarrollo

La degeneración macular asociada a la edad afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo. Puede distinguirse entre DMAE seca y húmeda: la forma seca constituye la mayoría de los pacientes, mientras que la húmeda se considera más agresiva y provoca graves deficiencias visuales. Uno de los primeros síntomas es la visión borrosa, en la que las líneas rectas aparecen distorsionadas. Esto puede dar lugar a oscuridad, lagunas visuales o zonas borrosas en el centro del campo visual. La DMAE es una de las principales causas de ceguera irreversible en todo el mundo. Aunque algunas terapias retrasan la pérdida de visión central, ningún tratamiento actual la restablece por completo.

El crecimiento vascular anormal del ojo puede provocar degeneración macular asociada a la edad

Científicos del Sistema de Salud de la Universidad de Virginia han identificado una nueva diana para prevenir la formación de ovillos anormales de vasos sanguíneos asociados a enfermedades oculares como la degeneración macular neovascular asociada a la edad, la retinopatía diabética proliferativa y la isquemia.

El estudio ha abierto la posibilidad de mitigar el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos en las enfermedades oculares actuando sobre la maquinaria epigenética. Al dirigirse localmente al regulador epigenético, los investigadores han logrado comprender mejor cómo las células inmunitarias oculares pueden provocar una pérdida de control sobre el crecimiento de los vasos sanguíneos bajo la retina. Este enfoque también proporciona una nueva dirección para el desarrollo de intervenciones más eficaces y menos costosas, evitando así cuestiones como la resistencia a los fármacos, que son un problema creciente con las terapias anti-VEGF tradicionales utilizadas en los tratamientos clínicos.

Los científicos ya sabían que el crecimiento anómalo de vasos sanguíneos en el ojo se debe a cantidades excesivas de una sustancia llamada factor de crecimiento endotelial vascular A, o VEGF, por sus siglas en inglés, que desempeña un papel importante en la formación de vasos sanguíneos. La nueva investigación identifica una proteína clave que determina los niveles de VEGF. El bloqueo de esta proteína en ratones de laboratorio redujo significativamente sus niveles de VEGF de forma selectiva, sin efectos secundarios indeseados. Por ejemplo, los científicos descubrieron que no tiene efectos tóxicos en la retina, la parte del ojo sensible a la luz donde se produce la proliferación vascular. Este descubrimiento responde a una antigua pregunta sobre cómo las células inmunitarias oculares, como los macrófagos, contribuyen al crecimiento anormal de los vasos sanguíneos bajo la retina.

Además de identificar una diana prometedora para el desarrollo de nuevos tratamientos contra la pérdida de visión, el descubrimiento arroja una luz importante sobre los mecanismos fundamentales responsables del crecimiento excesivo de los vasos sanguíneos que ciega a millones de personas. Aunque serán necesarias muchas más investigaciones y pruebas antes de que los nuevos hallazgos puedan traducirse en un tratamiento, los científicos están entusiasmados con el potencial del descubrimiento.

El papel de las células inmunitarias en el desarrollo de la degeneración macular asociada a la edad

Cuando envejecemos, el sistema inmunitario también lo hace. Anteriormente, científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis descubrieron que el envejecimiento de las células inmunitarias aumenta el riesgo de degeneración macular asociada a la edad, una de las principales causas de ceguera. Al estudiar ratones y células de pacientes, los investigadores descubrieron que las células inmunitarias llamadas macrófagos envejecen y son más propensas a contribuir a la inflamación y al crecimiento anormal de vasos sanguíneos que dañan la visión en la degeneración macular. Los resultados se publican en la revista JCI Insight.

En experimentos con ratones, el equipo descubrió que los macrófagos de más edad contienen mayores cantidades de unos pequeños fragmentos de material genético denominados microARN, que controlan la expresión de los genes en las células. Los investigadores hallaron niveles significativamente más altos de microARN-150 en los macrófagos de los ojos de ratones de más edad. Los microARN ayudan a regular muchas cosas en las células uniéndose a múltiples genes para afectar a la forma en que esos genes producen proteínas. En este estudio, los investigadores descubrieron que, en un modelo de degeneración macular en ratones, el microARN-150 parecía dirigir a los macrófagos de más edad a promover la inflamación y la formación anormal de vasos sanguíneos. Los investigadores también analizaron muestras de sangre de personas con y sin degeneración macular. Las muestras de pacientes con degeneración macular también tenían niveles significativamente más altos de microARN-150 en sus macrófagos.

Las terapias contra la degeneración macular se dirigen a tratar los síntomas de la enfermedad más que a tratar la causa. Si se comprende lo que ocurre con las células inmunitarias del ojo, tal vez sea posible desarrollar terapias para ayudar a los pacientes a los que no se puede ayudar con los fármacos existentes. Si se consigue reducir de algún modo los niveles de microARN en los macrófagos o alterar una o varias vías moleculares reguladas por este microARN, se podría reducir la inflamación e interrumpir el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos en el ojo.

Cierta proteína desempeña un papel clave en muchas enfermedades relacionadas con la edad

Una investigación publicada en la revista Physical Journal sugiere que una proteína clave de la sangre está implicada en la degeneración macular y otras enfermedades relacionadas con la edad, como el Alzheimer y la aterosclerosis. Hay cientos de proteínas en nuestra sangre, pero los investigadores se centraron en la vitronectina, una de las más abundantes. La vitronectina no sólo circula en altas concentraciones en la sangre, sino también en el andamiaje entre las células y además es un componente importante del colesterol. Esta proteína es un objetivo importante en la degeneración macular porque se acumula en la parte posterior del ojo y provoca pérdida de visión. Depósitos similares se producen en el cerebro en la enfermedad de Alzheimer y en las arterias en la aterosclerosis.

Mediante un detallado análisis bioquímico, los investigadores descubrieron que la proteína puede cambiar sutilmente de forma bajo presión. Estos cambios hacen que se una más fácilmente a los iones de calcio en la sangre, lo que los investigadores creen que conduce a la formación de depósitos de placa calcificada característicos de la degeneración macular y otras enfermedades relacionadas con la edad. Estos conocimientos estructurales agilizarán el desarrollo de tratamientos para la degeneración macular al permitir a los investigadores diseñar anticuerpos a medida que bloqueen selectivamente la unión de la proteína al calcio sin interferir en sus otras funciones importantes en el organismo.

La obesidad puede causar degeneración macular asociada a la edad

Un estudio canadiense publicado en la revista Science descubre otro mecanismo molecular que puede desencadenar la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Una investigación realizada en el Hospital Maisonneuve-Rosement de Montreal muestra cómo factores estresantes de la vida, como la obesidad, reprograman las células del sistema inmunitario y las vuelven destructivas para los ojos a medida que envejecemos.

Ya se sabe que el sistema inmunitario del ojo de una persona con DMAE se vuelve desregulado y agresivo. Normalmente, las células inmunitarias mantienen el ojo sano, pero la exposición a agentes patógenos como bacterias y virus puede dañarlas. Al mismo tiempo, las células inmunitarias también se activan cuando el cuerpo se expone a factores estresantes, como el exceso de grasa en la obesidad, lo que convierte a la obesidad en el principal factor de riesgo no genético para desarrollar DMAE.

En su estudio, los investigadores utilizaron la obesidad como modelo para acelerar y exagerar los factores de estrés que experimenta el organismo a lo largo de la vida. Descubrieron que la obesidad transitoria, o un historial de obesidad, provoca cambios persistentes en la arquitectura del ADN dentro de las células inmunitarias, lo que las hace más vulnerables a producir moléculas inflamatorias. Estos resultados aportan información importante sobre la biología de las células inmunitarias causantes de la DMAE y podrían permitir el desarrollo de tratamientos más adaptados en el futuro.

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