La obesidad se ha convertido en una epidemia, causada en gran parte por una dieta hipercalórica rica en azúcares y grasas. El estilo de vida cada vez más sedentario también afecta negativamente a nuestra figura. Además, nuestros genes desempeñan un papel vital, regulando el almacenamiento de grasa e influyendo en la forma en que nuestro cuerpo utiliza los alimentos como combustible. Algunas personas tienen la suerte natural de ser delgadas y poder comer lo que quieran sin engordar, mientras que para otras cada caloría cuenta enseguida en la báscula. Pero, ¿hay alguna forma de salir de este círculo vicioso? Posiblemente. La ciencia está trabajando para encontrar formas de combatir la obesidad a largo plazo. Entre otras cosas, los investigadores intentan identificar los genes que convierten la sobrealimentación en grasa para desactivarlos con medicación. Esto podría tener un impacto inmenso en las personas con problemas de peso.
¿Evita el aumento de peso un gen de la “delgadez”?
¿Podría un gen concreto ser el responsable de que algunas personas no engorden? En el estudio “Identificación del ALK en la delgadez”, los investigadores arrojaron luz sobre los genomas de un banco genético estonio de 47.000 genomas. Reclutaron a una cohorte de jóvenes de entre 20 y 24 años y buscaron específicamente a personas con un índice de masa corporal bajo. Esto reveló una serie de genes asociados a una figura esbelta. Un gen resultó ser especialmente notable: se llama ALK y parece ser el que más influye en la delgadez. De hecho, influye en el gasto energético y el metabolismo, y puede afectar a parámetros como el perímetro de la cintura y los niveles de azúcar y colesterol en sangre.
Para realizar más investigaciones, los científicos eliminaron este gen ALK concreto de los genomas de ratones y moscas voladoras. Se descubrió que los ratones sin el gen ALK tenían un gasto energético (la cantidad de energía que una persona convierte en un periodo de tiempo) más rápido y quemaban calorías mejor que los animales no modificados. Los investigadores descubrieron que el hipotálamo (la zona del cerebro encargada de regular las hormonas) tiene algo que ver. Los roedores con el gen ALK suprimido en esta zona también eran capaces de quemar grasa, lo que parecía ser el resultado de un aumento de los niveles de norepinefrina (hormona del estrés) en el tejido adiposo.
Inhibidores de ALK contra la obesidad
La buena noticia: Los resultados fueron comparables a los de muestras de tejido de personas delgadas, que los investigadores también analizaron. Ya existen inhibidores de ALK en forma de fármacos para contrarrestar el cáncer. Esto plantea la cuestión de si este gen también podría ayudar en la lucha contra la obesidad. Los científicos confían en que en el futuro sea posible inhibir el ALK para tratar la obesidad, pero es necesario seguir investigando para determinar si los modelos animales pueden extrapolarse a los humanos y si cabe esperar efectos secundarios de los inhibidores del ALK.
14 genes asociados al sobrepeso
Una investigación de la Universidad de Virginia también ha confirmado que los genes desempeñan un papel importante en relación con el peso. Los científicos han descubierto 14 genes que pueden conducir al aumento de peso, mientras que tres podrían evitarlo. De hecho, los científicos genómicos han descubierto cientos de genes relacionados con la obesidad. Las personas afectadas tienen niveles más altos de estos genes que las de peso normal. Para determinar exactamente qué genes están implicados, los investigadores utilizaron un género de gusanos, también conocido como C. elegans, para estudiar 293 genes asociados a la obesidad en humanos. Desarrollaron un modelo de gusano para la obesidad. A algunos de los gusanos se les dio comida normal, a los otros una dieta rica en azúcar.
Las terapias del futuro no sólo podrían combatir la obesidad, sino también alargar la vida
Su investigación demostró que 14 genes son la causa de la obesidad, mientras que tres contrarrestan el aumento de peso. Éstos no sólo previenen la obesidad, sino que también ayudan a los gusanos a tener una vida más larga. Pero hay otras ventajas: si se bloquean genes específicos, se puede mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir al mismo tiempo los niveles de azúcar en sangre. Aunque esta investigación está en curso, los resultados son prometedores, ya que allanan el camino a tratamientos específicos para combatir la obesidad. Se necesitan urgentemente terapias contra la obesidad para reducir la carga que ésta supone para los pacientes y el sistema sanitario.