Nuevas estrategias en la lucha contra las alergias alimentarias

Las alergias alimentarias son un problema grave y creciente en Occidente, que afecta a entre el 2% y el 3% de los adultos y al 4% de los niños. Muchos alimentos pueden provocar reacciones alérgicas, y esta situación se complica aún más por lo que se conoce como reacciones cruzadas, por las que la alergia a un alimento puede desencadenar una reacción alérgica a otro. No existen tratamientos para las alergias alimentarias, pero los investigadores trabajan para desarrollar y probar nuevos tratamientos, como vacunas.

Las alergias alimentarias son comunes

Las causas más comunes de las alergias alimentarias son los cacahuetes, los frutos secos, la soja, la leche, el pescado, el marisco, la harina y los huevos, y se han identificado más de 170 alimentos diferentes que provocan reacciones alérgicas. Además, hay alergias causadas por reacciones cruzadas a otros alimentos. Los posibles síntomas incluyen picor, náuseas y vómitos, erupciones cutáneas y dificultad respiratoria con shock alérgico. Las causas exactas de las alergias alimentarias no se conocen del todo. Los factores hereditarios pueden influir, así como los problemas del sistema inmunitario. La única forma de tratamiento es evitar todo consumo de los alimentos a los que la persona es alérgica. Por ello, los alérgenos ocultos en los alimentos procesados suponen un problema especial para los alérgicos. Investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública han creado dos modelos de ratón de alergia alimentaria a las leguminosas altramuz y fenogreco (Trigonella foenum-graecum). Estos modelos se utilizaron para comprobar si leguminosas como la soja, los cacahuetes, el fenogreco y el altramuz podían desencadenar reacciones alérgicas en ratones ya alérgicos al altramuz o al fenogreco. Establecer buenos modelos animales de alergia alimentaria es importante porque el desarrollo de una respuesta inmunitaria alérgica depende de una complicada interacción entre tipos celulares de múltiples órganos diferentes.

Los modelos de ratón establecidos podrían conducir a nuevas terapias

El altramuz y el fenogreco son ejemplos de los denominados alérgenos “nuevos” y “ocultos” que se han introducido en Noruega en los últimos 10 a 15 años, por ejemplo en platos precocinados. El altramuz se introdujo como añadido a la harina de trigo en diversos productos de panadería por su capacidad para favorecer una buena cocción. El fenogreco se utiliza como ingrediente en alimentos como el curry, el chutney y el té especiado, y es muy conocido en los platos asiáticos. Tanto el altramuz como el fenogreco, a diferencia de otras legumbres como la soja y los guisantes, pueden provocar graves reacciones cruzadas en pacientes alérgicos a los cacahuetes. Este hecho se descubrió a raíz de los informes enviados al Registro de Alergias Alimentarias y estos descubrimientos contribuyeron a que la UE hiciera obligatorio el etiquetado de los altramuces como ingrediente en los alimentos.

Las nuevas terapias pueden probarse en los modelos de ratón establecidos, por ejemplo las vacunas contra las alergias alimentarias. Una vacuna debe probarse en animales antes que en humanos, tanto para saber si funciona como para asegurarse de que no causa efectos secundarios graves. Los nuevos alimentos que salen al mercado también pueden someterse a pruebas de alergia. Los ratones pueden utilizarse con este fin porque su sistema inmunitario se conoce bien y es relativamente similar al humano. Esto significa que los investigadores pueden estudiar las respuestas clínicas anafilácticas (shock) asociadas a las alergias alimentarias en ratones para comprender mejor los mecanismos que causan las reacciones alérgicas en los seres humanos.

Cierto compuesto bacteriano como protección contra las alergias alimentarias

Aunque muchas personas con alergias alimentarias sólo experimentan síntomas leves al consumir determinados alimentos, algunos pueden tener consecuencias potencialmente mortales. Un compuesto bacteriano llamado butirato, producido por microbiomas sanos, se ha mostrado prometedor en pruebas de laboratorio contra las reacciones alérgicas, pero resulta incómodo tomarlo por vía oral. Los científicos parecen haber encontrado una forma más agradable de administrar este compuesto e informan de que sus “micelas poliméricas” son eficaces contra la alergia al cacahuete en ratones. El tratamiento podría contrarrestar algún día muchos tipos de alergias alimentarias y enfermedades inflamatorias. Los investigadores presentaron sus resultados en la reunión de otoño de la Sociedad Americana de Química (ACS, por sus siglas en inglés).

Algunas de las bacterias del microbioma intestinal producen metabolitos, como el butirato, que promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas y mantienen el revestimiento intestinal. Cuando el microbioma de una persona no es saludable y carece de estas bacterias productoras de butirato, los fragmentos de alimentos parcialmente digeridos pueden salir del intestino y desencadenar una respuesta inmunitaria que provoque una reacción alérgica. Una forma de tratar a los alérgicos sería administrarles los organismos que les faltan por vía oral o con un trasplante de heces, pero eso no funciona bien en la práctica. Por eso, el butirato podría ser una alternativa. Sin embargo, este compuesto tiene mal olor y sabor, por lo que no es ingerido por los humanos.

Se puede restaurar la barrera protectora del intestino

Para superar estas dificultades, los investigadores desarrollaron un nuevo sistema de administración. Polimerizaron butanoiloxietilmetacrilamida -que tiene un grupo butirato como cadena lateral- con ácido metacrílico o hidroxipropilmetacrilamida. Los polímeros resultantes se autoensamblaron en agregados, o micelas poliméricas, que escondían las cadenas laterales de butirato en su núcleo, enmascarando el mal olor y sabor del compuesto. Los investigadores administraron estas micelas al aparato digestivo de ratones que carecían de bacterias intestinales sanas o de un revestimiento intestinal que funcionara correctamente. Después de que los jugos digestivos liberaran el butirato en la parte inferior del intestino, los polímeros inertes se excretaron en las heces. El tratamiento restableció la barrera protectora del intestino y el microbioma, en parte aumentando la producción de péptidos que eliminan las bacterias nocivas, dejando espacio a las bacterias productoras de butirato.

Y lo que es más importante, la administración de las micelas a ratones alérgicos evitó una reacción anafiláctica potencialmente mortal al exponerlos a cacahuetes. El siguiente paso son los ensayos con animales más grandes, seguidos de ensayos clínicos. Si estos estudios tienen éxito y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. aprueba el tratamiento oral, las micelas podrían comercializarse en envases pequeños. En otros trabajos con las micelas, el equipo está analizando datos sobre el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal con terapia oral.

El equipo también está investigando la administración por inyección. Los investigadores demostraron que este método permite que las micelas y su carga de butirato se acumulen en los ganglios linfáticos, que forman parte del sistema inmunitario. Descubrieron que este método era eficaz para tratar la alergia al cacahuete en ratones, pero también podría utilizarse para suprimir la activación inmunitaria a nivel local. Por ejemplo, las inyecciones podrían ser útiles en pacientes que han recibido un trasplante de órgano o que padecen una enfermedad autoinmune e inflamatoria localizada, como la artritis reumatoide.

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