Los ácidos grasos omega-3 han saltado a la fama por su capacidad demostrada para promover un estado de ánimo saludable, favorecer un corazón sano, mejorar la salud mental y reducir la inflamación en todo el sistema. Sin embargo, cuando se trata del tema de los omega-3 y la esclerosis múltiple (EM), ha habido un debate continuo entre los expertos. Recientemente, investigadores de Kaiser Permanente Southern California se propusieron examinar si un aumento de la ingesta de ácidos grasos omega-3 podría reducir el riesgo de EM. Sus hallazgos fueron prometedores, ya que sugieren que la ingesta regular de ácidos grasos omega-3 puede estar relacionada con un menor riesgo de desarrollar EM, pero aún es necesario seguir investigando.
Un estudio investiga la relación entre el omega-3 y la esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple es un trastorno autoinmune inflamatorio crónico que afecta al sistema nervioso central y provoca neurodegeneración. Según la autora del estudio, la Dra. Annette Langer-Gould, “se ha demostrado que los PUFA omega-3 son neuroprotectores durante el envejecimiento y suprimen la inflamación relacionada con la EM a través de múltiples mecanismos en cultivos celulares y modelos animales. Esto proporciona al menos dos mecanismos biológicamente plausibles por los que una mayor ingesta y biosíntesis de AGPI omega-3 podría proteger contra el desarrollo de la EM.”
En el reciente estudio, los investigadores analizaron las dietas de 1.153 participantes, aproximadamente la mitad de los cuales habían sido diagnosticados de EM o síndrome clínicamente aislado (SCA). En función de su dieta, los participantes fueron clasificados como de alto o bajo consumo. El consumo elevado se definió como el consumo de una a tres raciones de pescado al mes más un suplemento diario de omega-3, mientras que el consumo bajo se definió como el consumo de menos de una ración al mes sin suplemento.
Un consumo elevado de omega-3 podría reducir el riesgo de esclerosis múltiple
El análisis de los datos mostró que, en comparación con una ingesta baja de ácidos grasos omega-3, una ingesta regular y elevada estaba relacionada con una reducción del 45% del riesgo de padecer EM o SCA. Los resultados del estudio sugieren que la ingesta regular de ácidos grasos omega-3 puede estar relacionada con un menor riesgo de desarrollar EM.
El análisis de los datos mostró que, en comparación con una ingesta baja de ácidos grasos omega-3, una ingesta regular y elevada estaba relacionada con una reducción del 45% del riesgo de padecer EM o SCA. Los resultados del estudio sugieren que la ingesta regular de ácidos grasos omega-3 puede estar relacionada con un menor riesgo de desarrollar EM.
Aunque los resultados sugieren que los ácidos grasos omega-3 pueden desempeñar un papel en la reducción del riesgo de esclerosis múltiple, el Dr. Langer-Gould subrayó que los resultados muestran una asociación y no necesariamente una causalidad. Aún es necesario seguir investigando para confirmar sus hallazgos y examinar todas las formas en que los omega-3 y la esclerosis múltiple están relacionados.
“Si se confirman nuestros hallazgos, será importante determinar si el efecto protector está mediado por las acciones antiinflamatorias, metabólicas y/o neuroprotectoras de los ácidos grasos omega-3 y si el consumo de pescado/aceite de pescado podría mejorar el pronóstico de la EM”, declaró el Dr. Langer-Gould.
¿Qué son los ácidos grasos omega-3?
Aunque pueda parecer contradictorio, la grasa es un nutriente esencial para el organismo. Aunque existen grasas malas, se sabe que otras, como los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) del pescado, reducen los niveles de colesterol y el riesgo de enfermedades cardiacas. El organismo es incapaz de sintetizar por sí mismo los ácidos grasos omega-3, por lo que debe obtenerlos a través de la dieta. Los suplementos de aceite de pescado o algas están disponibles en forma de pastillas o líquidos y son la fuente más rica de ácidos grasos omega-3.
Existen tres tipos de ácidos grasos omega-3 esenciales para la salud humana: ALA, EPA y DHA.
Ácido alfalinolénico (ALA)
Este omega-3 de origen vegetal se encuentra en las semillas de chía, lino y cáñamo, las nueces y las verduras de hoja verde como las espinacas y la col rizada. El ALA es un omega-3 de cadena corta, lo que significa que debe convertirse en DHA y EPA de cadena más larga para que el cuerpo pueda utilizarlo, un proceso ineficiente que retiene muy poco del ALA que se consume.
Ácido eicosapentaenoico (EPA)
El EPA se obtiene comiendo pescado azul como hígado de bacalao, arenque, caballa, salmón o sardina, aceites de pescado como el de hígado de bacalao y krill y diversas algas, algas marinas y fitoplancton. Se ha demostrado que el EPA es especialmente eficaz para reducir la inflamación celular.
Ácido docosahexaenoico (DHA)
El omega-3 de cadena larga más importante, el DHA, también puede encontrarse en las mismas fuentes de aceite marino que el EPA. El DHA es crucial para el funcionamiento óptimo del sistema nervioso central.
Omega-3 y esclerosis múltiple: Lo que dice la investigación
Más allá de la relación entre la ingesta de omega-3 y la EM, otros campos de investigación han demostrado que los ácidos grasos omega-3 pueden ayudar a aliviar comorbilidades comunes de la EM, como la depresión, la ansiedad y la neuropatía. Éstos son sólo algunos de los hallazgos que apoyan el uso de omega-3 para la prevención y el tratamiento de los síntomas de la EM:
Los omega-3 son neuroprotectores. Numerosos estudios han mostrado pruebas estadísticas del uso de omega-3 como agente neuroprotector. Los neuroprotectores ayudan a evitar que las células se dañen, ralentizando así la progresión de la enfermedad.
Los omega-3 reducen la neuroinflamación. Las investigaciones sugieren que los efectos antiinflamatorios de los omega-3 podrían ayudar a reducir la gravedad de los síntomas y el daño neurológico en pacientes diagnosticados de EM o SCA.
Los omega-3 alivian los síntomas de la ansiedad y la depresión. Varios estudios han aportado pruebas de que los ácidos grasos omega-3 poseen importantes efectos antidepresivos. Un estudio llegó incluso a la conclusión de que los omega-3 son tan eficaces para combatir los síntomas de la depresión como algunos medicamentos recetados.