Salud sexual masculina: Pruebas médicas imprescindibles que cualquier hombre necesita

A medida que los hombres envejecen, suelen enfrentarse a ciertos problemas de salud, y esto incluye también la salud sexual. Por este motivo, es importante saber qué pruebas médicas son importantes para los hombres y qué pueden esperar.

La importancia de que los hombres mantengan su salud sexual

Para muchos hombres, el sexo es una actividad física placentera que refuerza el vínculo que comparten con su pareja. El mantenimiento de la salud sexual del hombre depende a menudo de su capacidad para evitar el desarrollo de una enfermedad o una combinación de enfermedades que puedan dar lugar a manifestaciones físicas o mentales que amenacen su capacidad para disfrutar del sexo y rendir al máximo mientras practica esta actividad.

Los retos a los que se enfrentan los hombres

Un estudio relativamente reciente realizado por investigadores representantes de la Universidad Johns Hopkins opina que, en comparación con las mujeres, los hombres tienen un acceso inferior a la salud sexual y reproductiva. Estos mismos científicos creen que esta desafortunada circunstancia se debe a que la comunidad médica en su conjunto no ha establecido las directrices necesarias que sugieran los exámenes específicos del aparato reproductor y sexual que deben recibir los hombres, cuándo deben recibirlos y con qué frecuencia deben administrarse.

¿Cómo mantener la salud sexual masculina?

Ahora bien, los profesionales médicos también sostienen que los hombres pueden disfrutar de una mejor salud sexual y del aparato reproductor si toman la iniciativa y se aseguran de someterse periódicamente a varias pruebas médicas específicas, sobre todo a medida que envejecen. Dichos exámenes de salud incluyen:

El test hormonal masculino

A medida que los hombres envejecen, la producción corporal y la concentración de hormonas vitales para la libido y su capacidad para rendir a un alto nivel sexual disminuirán de forma constante. En algunos casos, los descensos hormonales pueden producirse como resultado de diversas afecciones médicas, como la andropausia (en la que los hombres experimentan un rápido descenso de la producción de testosterona) y enfermedades de los órganos y glándulas productores de hormonas.

La prueba hormonal masculina mide los niveles en sangre de sustancias como la testosterona, el estradiol, la DHEA, la dihidrotestosterona (DHT), la SHBG, el factor de crecimiento similar a la insulina y el antígeno prostático específico (PSA). Los desequilibrios hormonales pueden precipitar la disminución de la libido y la disfunción eréctil (DE). La disminución de los niveles hormonales también puede ser síntoma de otras enfermedades más graves. La prueba de hormonas masculinas se recomienda a los hombres a partir de los 40 años o a los que experimentan manifestaciones de declive hormonal.

Antes de iniciar un protocolo terapéutico, es importante que el médico identifique los factores específicos que precipitan el desequilibrio. Una vez identificada la causa subyacente o los factores desencadenantes, se puede restablecer el equilibrio utilizando determinados fármacos, introduciendo cambios en el estilo de vida o mediante la ingesta de diversas sustancias naturales con propiedades estimulantes de las hormonas.

Detección del cáncer de próstata

Dado que las mediciones de PSA se incluyen en la prueba hormonal masculina, es un indicador fundamental a la hora de detectar el cáncer de próstata. Una puntuación elevada de PSA podría indicar la presencia de una neoplasia prostática. Además, también se recomiendan los exámenes rectales de próstata, que pueden realizarse durante un chequeo rutinario. Se sugiere que los hombres a partir de 50 años se sometan tanto a un examen prostático rectal como a una prueba de PSA. Los profesionales médicos también recomiendan que los hombres con antecedentes familiares de cáncer de próstata empiecen a someterse a estos exámenes a partir de los 40 años.

Existe una amplia variedad de opciones de tratamiento para el cáncer de próstata. El protocolo de tratamiento adecuado dependerá de la edad del hombre en cuestión, de su estado general de salud, de la gravedad de su enfermedad y de la presencia de otros problemas de salud.

Detección del cáncer de testículo

Aunque poco frecuente, el cáncer testicular es más frecuente en los jóvenes de entre 15 y 34 años. Un médico (o paciente) puede realizar este examen de forma rutinaria haciendo rodar cada testículo entre los dedos del examinado para palpar si hay bultos u otras anomalías. Se recomienda que los varones comiencen a autoexplorarse mensualmente a partir de la adolescencia y durante toda su vida. La mayoría de los casos de cáncer testicular se tratan con la extirpación del testículo afectado, seguida de radioterapia o quimioterapia.

Enfermedades de transmisión sexual

Muchas personas sexualmente activas no siempre practican el sexo seguro. Se recomienda encarecidamente a los hombres sexualmente activos o que hayan mantenido relaciones sexuales con varias parejas que se sometan a pruebas de detección de diversas enfermedades de transmisión sexual (ETS). Varias ETS, como la sífilis, la hepatitis C e incluso el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), pueden no presentar síntomas durante largos periodos (a veces muchos años) tras la infección inicial. Por lo tanto, una persona desprevenida corre el riesgo de infectar a su pareja sexual. Muchas ETS pueden tratarse con diversos medicamentos.

Análisis del semen

La salud del semen de un hombre podría determinar su capacidad para engendrar hijos. Los hombres que se preparan para fundar una familia o los que han experimentado dificultades para concebir un hijo, un análisis de semen podría estar indicado.

Otras pruebas vitales

Además de mantener la salud sexual y reproductiva, también se puede conseguir una salud general óptima sometiéndose a otros exámenes médicos importantes. Entre ellos se incluyen los siguientes: tensión arterial, colesterol en sangre, revisiones oculares, visuales y auditivas, colonoscopia, diabetes, cáncer de piel, cáncer de vejiga, función tiroidea, IMC (índice de masa corporal) y sangre oculta en las heces (para detectar sangre no visible a simple vista en las heces).

La mayoría de estas pruebas deben realizarse durante los exámenes físicos rutinarios anuales. En caso de que una persona tenga riesgos asociados de padecer alguna enfermedad concreta que alguno de estos exámenes pueda detectar, es posible que las revisiones recomendadas deban realizarse con mayor frecuencia.

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