Una nueva investigación sobre las bacterias intestinales halla un vínculo entre la salud intestinal, el ictus y el cáncer

El microbioma intestinal está lleno de bacterias y otros microbios que ayudan a digerir los alimentos que comemos. Aunque hay algunas bacterias que son perjudiciales para nosotros, muchas de las bacterias de nuestro tracto digestivo son beneficiosas, ya que ayudan a extraer nutrientes y vitaminas de nuestros alimentos a través del proceso de digestión. Además, estas bacterias ayudan a reforzar la función inmunitaria e incluso pueden influir en otros aspectos de nuestra salud.

En un estudio publicado en 2014, los investigadores revelaron que el ADN de cada persona influye en los tipos de bacterias que pueden proliferar en su microbioma. Además, la población de bacterias en el intestino de cada individuo es diferente, un hecho que los científicos creen ahora que puede desempeñar un papel a la hora de determinar qué personas son propensas a padecer obesidad o sobrepeso. Otros estudios recientes han descubierto que la salud y la diversidad del microbioma intestinal pueden incluso influir en la forma en que el sistema inmunitario combate el cáncer o los accidentes cerebrovasculares.

The Changing Microbiome

New Gut Bacteria Research Finds Link Between Gut Health, Stroke and Cancer 2El proceso de poblamiento del microbioma comienza con el desarrollo del feto. A medida que el feto se desarrolla, el tubo digestivo se expone a los microorganismos del microbioma intestinal de la madre, así como a las bacterias del entorno inmediato. Esta mezcla de microorganismos se une para formar un microbioma único en el tubo digestivo del bebé. Incluso después del nacimiento, el microbioma del bebé sigue desarrollándose. Por eso hay más bacterias en el tubo digestivo de un bebé amamantado que en el de uno alimentado con leche artificial.

Creemos que, incluso en la edad adulta, el microbioma intestinal sigue cambiando o evolucionando en función de los cambios en la dieta, las influencias ambientales y el estilo de vida. Esto es una buena noticia, porque sugiere que podemos alterar conscientemente nuestro microbioma intestinal mediante cambios en los hábitos de vida y la dieta. ¿Por qué querríamos alterar las bacterias de nuestros intestinos? El razonamiento reside en reconocer que, cuando se trata de la salud en general, ciertas bacterias afectan a factores de riesgo específicos. Por ejemplo, sabemos que la bacteria Christensenellaceae minuta se encuentra con más frecuencia en los intestinos de las personas con bajo peso corporal. Del mismo modo, una deficiencia de Prevotella, Veillonellaceae y Coprococcus es común en niños con autismo. Si podemos aprender más sobre las bacterias de nuestro microbioma y cómo afectan a la salud en general, quizá sea posible manipular el microbioma intestinal para llevar una vida más sana.

Las bacterias intestinales están relacionadas con el ictus

Un ictus es un suceso común en los tiempos modernos, y el Centro de Control de Enfermedades estima que un ictus afecta a alguien en EE.UU. cada 40 segundos. Se trata de una estadística especialmente inquietante si se tiene en cuenta la gravedad con la que un ictus afecta al cuerpo humano. Aunque un ictus se considera un evento cardiovascular, afecta principalmente al cerebro al cortar el flujo de sangre rica en oxígeno. Esto significa que el cerebro no recibe el oxígeno que necesita para alimentar las células, lo que provoca la muerte celular.

Además del potencial de daño cerebral, una nueva investigación sobre bacterias intestinales indica que la población de bacterias del tracto digestivo también puede verse afectada por el ictus. Trabajando con roedores, los sujetos de prueba se dividieron en dos grupos. El primer grupo de ratones sufrió un ictus isquémico, mientras que el segundo estaba formado por ratones sanos. Los investigadores evaluaron la salud de los ratones de cada grupo a intervalos regulares.

El equipo de investigación descubrió que, a diferencia del grupo de ratones sanos, el grupo de ratones sometidos a ictus presentaba niveles elevados de una bacteria específica llamada Bifidobacteriaceae. La presencia de Bifidobacteriaceae se detectó a intervalos de 14 y 28 días, lo que sugiere que el aumento de estas bacterias fue un resultado duradero del ictus. Bifidobacteriaceae pertenece a la familia Bifidobacterium y se considera un probiótico saludable que mejora la salud intestinal. La presencia de Bifidobacteriaceae también puede precipitar una mejor recuperación en quienes han sufrido un ictus.

No todo eran buenas noticias. El equipo también descubrió niveles elevados de bacterias pertenecientes a la familia Helicobacteraceae, un grupo de bacterias que se ha relacionado con peores resultados de salud. Además, los ratones que habían sufrido accidentes cerebrovasculares presentaban una proporción significativamente mayor entre Firmicutes y Bacteroidetes. Este tipo de desequilibrio se ha relacionado con un mayor riesgo de inflamación, obesidad y diabetes. Por último, los investigadores observaron cambios en el tejido intestinal de los sujetos que habían sufrido un ictus, lo que podría provocar una peor absorción de nutrientes y, por tanto, dificultar la recuperación.

El descubrimiento de efectos negativos en el tracto intestinal de sujetos que habían sufrido un ictus abre la puerta a la posibilidad de fomentar la recuperación tras un ictus manipulando las bacterias del intestino. El equipo de investigación espera continuar sus estudios, centrándose en una forma de tratar los síntomas de un ictus centrándose en la salud del microbioma intestinal.

¿Puede un microbioma intestinal sano ayudar a combatir el cáncer?

New Gut Bacteria Research Finds Link Between Gut Health, Stroke and Cancer 1En otro estudio, realizado en la Universidad de Chicago, los investigadores descubrieron que 11 cepas de bacterias intestinales ayudan a ralentizar la progresión de los tumores en el organismo. Utilizando ratones como sujetos de prueba, el equipo descubrió que la UPR, del inglés unfolded protein response, o respuesta a las proteínas desplegadas, servía de enlace entre las bacterias intestinales y las capacidades del sistema inmunitario para combatir tumores. Dado que la UPR se encarga de mantener las células sanas y limpias, su presencia puede indicar qué pacientes tienen más probabilidades de beneficiarse de los tratamientos de inmunoterapia.

El estudio utilizó un grupo de ratones de prueba que carecían de la proteína RING finger 5 (RNF5), que ayuda a las células a identificar las proteínas mal plegadas. Los ratones de este grupo tuvieron más éxito en la lucha contra el melanoma, siempre que su inmunidad y sus bacterias intestinales también estuvieran sanas. Los investigadores también descubrieron que alojar a estos ratones con ratones ricos en RNF5 inhibía su capacidad para combatir los tumores.

En otra fase del experimento, las 11 cepas de bacterias se trasplantaron a ratones que previamente habían estado libres de ellas. Una vez trasplantadas, las nuevas cepas activaron las capacidades de lucha contra tumores del sistema inmunitario de estos ratones. Esto sugiere que las 11 cepas de bacterias identificadas en el estudio pueden potenciar la capacidad del sistema inmunitario para combatir el cáncer.

El equipo concluyó el estudio sugiriendo que la UPR puede ser útil como biomarcador para determinar qué individuos tienen más probabilidades de beneficiarse de la inmunoterapia. Además, se espera que nuevas investigaciones ayuden a descubrir las moléculas antitumorales producidas por esas 11 cepas de bacterias. En el futuro, la investigación podría conducir a tratamientos personalizados más eficaces contra el cáncer.

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