A pesar de la obsesión generalizada por la salud, la incidencia de las cardiopatías no deja de aumentar. Muchas personas comen más sano, hacen más ejercicio e intentan mantener un corazón sano. Sin embargo, hay tres cosas sorprendentes que pueden estar frenando su avance.
1. Los medicamentos para el resfriado y la gripe
A la mayoría de nosotros no se nos ocurre echar mano de nuestro jarabe medicinal favorito ante los primeros síntomas de un resfriado o una gripe. Aunque estos medicamentos pueden ser muy eficaces para síntomas como la fiebre y la tos, la Asociación Americana del Corazón advierte de que pueden tener un efecto negativo sobre la salud cardiovascular.
Además de ibuprofeno, paracetamol y otros antiinflamatorios, los medicamentos para el resfriado y la gripe suelen contener los descongestionantes pseudoefedrina y fenilefrina. Estos descongestionantes se comportan de forma muy similar a la epinefrina (también conocida como adrenalina) en el cuerpo humano. Contraen los vasos sanguíneos, por eso son tan eficaces para aliviar el goteo nasal. Al igual que la epinefrina, también pueden elevar la presión arterial hasta un grado mensurable.
Aunque una persona sana puede soportar estos efectos secundarios sin problemas, las personas con hipertensión o cardiopatías subyacentes deben evitar los descongestionantes. Los médicos recomiendan tomar en su lugar un antihistamínico como Benadryl.
Quien tenga la tentación de tomar simplemente un ibuprofeno para la fiebre y los dolores, que se lo piense mejor. La clase de medicamentos a la que pertenece el ibuprofeno, llamados AINE, también se ha relacionado con episodios cardiacos graves. Aunque en general se considera que los AINE son seguros para las personas jóvenes y sanas, las personas mayores tienen un riesgo tres veces mayor de sufrir un infarto de miocardio en la semana siguiente a tomarlos.
La próxima vez que se presenten síntomas de resfriado y gripe, hay que descansar mucho y tomar sopa de pollo. Consultar al médico antes de tomar cualquier medicamento, incluso los de venta libre.
2. Dieta Yo-Yo
Cada nuevo año, personas de todo el país eligen una nueva dieta de moda. Para febrero, la dieta ha desaparecido y los kilos han vuelto. Aunque muchas personas pierden peso con facilidad, la mayoría lo recupera rápidamente. ¿Cómo afecta esto a la salud de nuestro corazón?
Los investigadores analizaron dos grupos de personas: uno al que se le asignó la dieta mediterránea y otro al que, en cambio, se le administró la dieta DASH baja en sodio. Ambas dietas han demostrado tener beneficios cardiovasculares en estudios anteriores.
Las personas siguieron las dietas especiales durante 5-6 semanas y después se sometieron a pruebas cardiacas exhaustivas. Como era de esperar, sus corazones estaban más sanos que nunca. Sin embargo, a continuación se les permitió volver a su dieta anterior. Al cabo de varias semanas, la salud cardiovascular de ambos grupos había empeorado notablemente.
Otros estudios han demostrado que las fluctuaciones de peso provocadas por las dietas yo-yo son perjudiciales para la salud cardiovascular y el metabolismo. Sin embargo, esos kilos de más también son un factor de riesgo cardiaco.
¿Qué puede hacer una persona? Según los expertos en salud, la respuesta es realizar cambios sostenibles en el estilo de vida que repercutan gradualmente tanto en la salud del corazón como en la cintura. Aunque esto requiere más tiempo y disciplina que el interminable ciclo de dietas de choque, reducirá el riesgo de padecer casi todo tipo de enfermedades.
3. Ingresos inestables
Antaño era un hecho aceptado que los ingresos de una persona media aumentarían de forma constante a lo largo de su vida laboral. En los tiempos modernos, sin embargo, esto no puede darse por sentado. Los ingresos son más volátiles ahora que en los últimos cuarenta años. Muchas personas no están seguras de lo que ganarán dentro de unos meses, y mucho menos dentro de unos años o décadas.
¿Cómo afecta esta incertidumbre económica al corazón? Según los investigadores, puede estar aumentando nuestro riesgo de padecer enfermedades cardiacas, así como el riesgo de muerte por eventos cardiovasculares. Según una investigación realizada en cuatro ciudades estadounidenses a lo largo de tres décadas, incluso los jóvenes con inestabilidad económica corren un riesgo notablemente mayor.
Este factor de riesgo no es tan fácil de cambiar como otros. Al fin y al cabo, la mayoría de la gente elegiría unos ingresos estables si realmente pudiera elegir. Sin embargo, es importante recordar el contexto de esta correlación. Es probable que las personas con ingresos inestables estén más estresadas, duerman peor, tengan peor salud mental y consuman alimentos baratos y poco saludables. Todos estos factores pueden contribuir a las cardiopatías y pueden modificarse más fácilmente que los ingresos.
Mantener un corazón sano
Todos estos factores son sorprendentes porque son comunes en nuestra sociedad, pero no suelen asociarse con la salud cardiaca. Sin embargo, no son los únicos factores que contribuyen al deterioro constante de nuestra salud cardiovascular. Muchas de las mejores formas de preservar la salud del corazón son cambios de sentido común en el estilo de vida, como:
- Comer alimentos sanos, incluyendo mucha fibra, aceites saludables y plantas.
- Hacer ejercicio suficiente para elevar el ritmo cardíaco varias veces a la semana.
- Evitar fumar, beber y consumir otras sustancias malsanas.
- Dormir ocho horas de calidad cada noche.
- Controlar activamente el estrés para no sufrir ansiedad de forma habitual.
¿Alguno de estos sorprendentes obstáculos se interpone entre usted y la salud cardiovascular que desea?