¿A la mayoría de nosotros no nos vendría bien una hora más de sueño? Mucha gente espera con impaciencia el cambio de hora de otoño, que este año se produce el 6 de noviembre. A diferencia del cambio de hora en primavera, que equivale a una pérdida de horas de sueño, el cambio de hora en otoño, o “retroceso”, nos proporciona una muy necesaria hora extra de sueño. También significa despertarnos con un poco más de sol, aunque paguemos ese sol con una puesta de sol más temprana. Sin embargo, el cambio de hora otoñal puede afectar negativamente a la salud de varias maneras.
The History of Daylight Saving Time
La tradición de retrasar los relojes en otoño y adelantarlos en primavera comenzó en la Segunda Guerra Mundial. Este ajuste estacional del reloj permitía a la gente disfrutar de la máxima luz solar durante el día, reduciendo así la cantidad de recursos utilizados en la iluminación de hogares y empresas. El combustible era caro durante la guerra, por lo que esta táctica tuvo un impacto mensurable en la cantidad de combustible que utilizaban los ciudadanos. Cuando terminó la guerra, Estados Unidos y Europa adoptaron el horario de verano.
Algunas comunidades mantuvieron el cambio de reloj dos veces al año, mientras que otras no. A medida que el país se volvía más móvil y estaba mejor conectado, esta incoherencia provocó una gran confusión. Esto impulsó la creación de la Ley de Hora Uniforme de 1966, que hizo obligatorio el cambio de hora en toda la nación (salvo en el caso de exenciones especiales). Desde entonces, la mayoría de los estadounidenses y gran parte de los europeos han adelantado una hora en primavera y retrasado otra en otoño.
Efectos del cambio de hora en el ritmo circadiano
Nuestro cuerpo funciona según una serie de relojes internos conocidos como ritmo circadiano. Cuando nuestro ciclo de sueño-vigilia cambia repentinamente, sufrimos esa mezcla de fatiga y pensamiento nublado que llamamos jet lag. De repente, nuestro cuerpo no está sincronizado con nuestro entorno y debe adaptarse a la nueva hora, un proceso que se produce lentamente.
En primavera, el cambio al horario de verano significa que muchas personas pierden una hora de sueño y deben adaptarse a despertarse mucho antes. Los efectos de este cambio de hora están bien documentados, e incluyen un aumento de los accidentes cerebrovasculares, los infartos de miocardio e incluso los accidentes de tráfico. Hasta hace poco, gran parte de la investigación sobre los efectos del cambio de hora se centraba en el cambio de hora en primavera, ya que implica perder horas de sueño. Sin embargo, cada vez es más evidente que el cambio de hora en otoño también puede tener diversos efectos negativos sobre la salud.
¿Por qué es malo para la salud atrasar los relojes?
Aunque dormir una hora más es mejor que perderla, sigue teniendo un efecto sobre el ritmo circadiano. Muchos científicos creen que cualquier cambio en el ritmo circadiano puede tener efectos a largo plazo sobre la salud, incluido un aumento del riesgo de cáncer. La disminución de la luz durante el día también puede afectar a la salud. Es menos probable que los niños jueguen al aire libre durante las largas y oscuras horas de las tardes de invierno, lo que aumenta el riesgo de obesidad y los muchos otros riesgos para la salud asociados a ella. También es menos probable que los adultos salgan a correr o hagan ejercicio cuando está oscuro.
Además, la disminución de la luz durante las horas de vigilia puede afectar a la salud mental, empeorando los trastornos del estado de ánimo y aumentando la depresión. A muchas personas les afecta mentalmente el cambio de luz, incluso entre quienes no han sido diagnosticados de trastorno afectivo estacional (TAE). Dependemos de la luz para regular nuestros ritmos circadianos. La falta de luz puede desorganizar el metabolismo y alterar los relojes internos.
Maneras sanas de afrontar un cambio de hora
Si nos preocupa cómo afecta el cambio de hora a nuestra salud, podemos hacer algunas cosas para suavizar el golpe. Para empezar, hay que cambiar poco a poco los horarios la semana anterior al cambio de hora, de modo que se altere menos el ciclo sueño-vigilia. Maximizar el tiempo al aire libre y el acceso a la luz solar, incluso añadiendo fototerapia si se tiene la sensación de que no se recibe suficiente luz solar. Tomar un suplemento de melatonina antes de acostarse si no sentimos sueño. Por último, hay que practicar suficiente ejercicio, aunque sea en interiores. Cuidar la salud y reponer la luz robada al día puede mitigar muchos de los efectos del cambio de hora.
Nuestros ritmos circadianos son esenciales para nuestra salud y bienestar. Hay muchos efectos nocivos, tanto a corto como a largo plazo, cuando alteramos nuestros relojes internos. Sin embargo, hay formas de hacer que el horario de verano sea más llevadero para nuestro cuerpo y nuestra mente. Cuidar el ritmo circadiano es una parte importante de un estilo de vida saludable.