El sistema inmunitario es un complejo sistema de defensa que nuestro organismo emplea para protegernos de los gérmenes y otros invasores extraños del entorno. Nuestro sistema inmunitario se activa por antígenos, que son proteínas extrañas que se encuentran en las células. Una vez detectado un antígeno, nuestros glóbulos blancos producen anticuerpos específicamente diseñados para atacar y destruir ese antígeno concreto. Cuando esto ocurre, una muestra de ese antígeno se guarda y almacena en el organismo, lo que permite reproducirlo más rápidamente en caso de reaparición de la misma enfermedad. Por eso los adultos son menos susceptibles a muchas de las enfermedades que afectan a los niños.
Una nueva investigación sobre la vitamina A y el funcionamiento del sistema inmunitario ha descubierto cómo nuestras bacterias intestinales interactúan tanto con la vitamina A como con el sistema inmunitario, poniendo de relieve la importancia de la nutrición en la salud general y la inmunidad.
¿Cómo funciona el sistema inmunitario?
El sistema inmunitario funciona principalmente a través de las acciones de nuestros glóbulos blancos, que se almacenan en diversos lugares de todo el cuerpo. Los glóbulos blancos ocupan el timo, el bazo, la médula ósea y los ganglios linfáticos, ya que son las mejores posiciones desde las que vigilar el organismo. Cuando los glóbulos blancos detectan una sustancia extraña en el cuerpo o un crecimiento anormal, atacan el objeto extraño como medio de proteger el organismo.
Existen dos tipos de glóbulos blancos: los fagocitos y los linfocitos. Los fagocitos se dividen a su vez en cuatro tipos, cada uno de los cuales ataca a un patógeno diferente:
- Los neutrófilos se encargan de atacar a las bacterias nocivas del organismo.
- Los macrófagos se encargan de buscar y eliminar las células muertas.
- Los mastocitos son responsables de la cicatrización de las heridas y de la protección frente a agentes patógenos.
- Los monocitos desempeñan múltiples funciones.
Por su parte, los linfocitos cumplen una función más específica en el sistema inmunitario. Los linfocitos B y T del organismo se encargan de identificar las sustancias extrañas que han invadido previamente el cuerpo. Los linfocitos B permanecen en la médula ósea, donde pueden seguir produciendo anticuerpos. Los linfocitos T se trasladan al timo y esperan a que esos anticuerpos les notifiquen que ha regresado una sustancia extraña invasora. Una vez que se percatan de la infección, los linfocitos T envían mensajes a los fagocitos, al tiempo que atacan a las células infectadas.
¿Cómo afectan las bacterias intestinales a la salud?
Nuestro sistema inmunitario se diseñó para trabajar con otros sistemas del cuerpo, y las nuevas investigaciones sugieren que esto incluye el microbioma intestinal. Las investigaciones realizadas con ratas preñadas sugieren que los bebés nacen con bacterias intestinales que ayudan al funcionamiento del sistema digestivo, mientras que otras pruebas sugieren que los recién nacidos también obtienen bacterias saludables a través de la lactancia materna. La leche materna de las madres humanas contiene bacterias útiles que son ingeridas por los bebés y entregadas al microbioma intestinal en el sistema digestivo.
La formación del microbioma intestinal ayuda al proceso digestivo, y los investigadores creen que un microbioma más diverso ayuda a los lactantes a adaptarse a una mayor variedad de alimentos. Por ejemplo, se observó que los lactantes sin un microbioma diverso eran más sensibles a ciertos alimentos. Estos niños eran mucho más propensos a desarrollar alergias a los productos lácteos, los huevos y la mantequilla de cacahuete durante su primer año de vida.
Un microbioma intestinal más diverso también puede ayudar a las personas a resistir el desarrollo de afecciones como la obesidad, algunos tipos de cáncer, el autismo y algunos tipos de enfermedades mentales. Teniendo en cuenta el enorme impacto que tiene el microbioma intestinal en la salud general, no es difícil entender por qué muchas investigaciones se han centrado en formas de favorecer un equilibrio saludable de bacterias intestinales beneficiosas. Una de las mejores maneras de mejorar el microbioma intestinal es ingiriendo alimentos fermentados, como yogur, chucrut y miso, y comiendo frutas o verduras ricas en fibra.
Un estudio publicado en 2014 también sugirió que la actividad física ayuda al cuerpo a producir bacterias intestinales útiles. En este estudio, se compararon los microbiomas intestinales de 40 jugadores de rugby con los microbiomas de dos grupos de control distintos. Se observó que los jugadores de rugby tenían mayores niveles de Akkermansiaceae, una bacteria conocida por reducir el riesgo de obesidad en adultos.
Las bacterias intestinales podrían influir en la vitamina A y el funcionamiento del sistema inmunitario
Sabemos que el sistema inmunitario se encarga de atacar las bacterias nocivas en todo el organismo, y sabemos que la salud de nuestro cuerpo también depende de las bacterias beneficiosas que componen el microbioma intestinal. Este conocimiento ha llevado a los investigadores a preguntarse cómo o por qué el sistema inmunitario puede diferenciar entre las bacterias malas y las bacterias buenas del microbioma intestinal. Estudios recientes han descubierto que la presencia de vitamina A en el sistema digestivo puede ser la clave para resolver ese misterio.
Según Shipra Vaishnava, que dirigió un reciente e innovador estudio de la Universidad de Brown, cuando la vitamina A entra en el tracto intestinal, impide que los glóbulos blancos se vuelvan excesivamente activos. Estudiando el microbioma intestinal en roedores, los investigadores observaron que las bacterias del microbioma intestinal liberaban una proteína para promover la liberación de vitamina A. La relación entre la vitamina A y el funcionamiento del sistema inmunitario sugiere que el microbioma intestinal utiliza la proteína como respuesta protectora a la interferencia del sistema inmunitario.
La proteína, que se identificó como retinol deshidrogenasa 7 (Rdh7), transformaba la vitamina A en ácido retinoico. El ácido retinoico es una forma muy activa de la vitamina A, que inhibe la respuesta del sistema inmunitario. Cuando se alteró genéticamente a roedores para que tuvieran un nivel reducido de Rdh7 en el tracto intestinal, sus cuerpos liberaron la molécula IL-22. La IL-22 desencadenó la respuesta del sistema inmunitario, haciendo que iniciara la actividad antimicrobiana en el microbioma intestinal.
Se necesitan más investigaciones para comprender mejor cómo funcionan el microbioma intestinal y el sistema inmunitario. Aun así, ya sabemos que la vitamina A regula la forma en que estos dos sistemas se relacionan entre sí. Comprender mejor esta relación podría ayudarnos a desarrollar mejores tratamientos para las enfermedades autoinmunes, que podrían basarse en terapias con vitamina A. Mientras tanto, el consumo de alimentos ricos en vitamina A, como el hígado de ternera y cordero, el salmón y la caballa, puede ayudar a aumentar la eficiencia del microbioma intestinal. Esto puede tener efectos de gran alcance en nuestra salud en general y ayudar a reducir la probabilidad de desarrollar ciertas enfermedades.