La vida en la Tierra evolucionó en presencia de la luz. Dependemos del sol para obtener energía para las plantas que comemos, para calentar nuestro planeta a una temperatura segura y para regular nuestros ciclos de sueño-vigilia. Sin embargo, la mayor parte de la vida también requiere una proporción similar de oscuridad. Antiguamente, los humanos buscaban la sombra al mediodía y disfrutaban de largas horas de oscuridad por la noche. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Ahora vivimos en un mundo de luz artificial perpetua, que no sólo está presente constantemente, sino que además tiene una longitud de onda diferente a la de la luz natural. Nuevas investigaciones sugieren que esto puede estar perjudicando nuestra salud de más formas de las que se pensaba.
Los peligros de la luz artificial
La luz artificial no produce las mismas frecuencias de luz que la luz del sol. Suele ser más brillante, tener una temperatura de color más alta y una intensidad mayor que la luz que encontramos en nuestro entorno natural. ¿Cómo afecta esto a nuestra salud? Según los investigadores, puede tener un gran efecto sobre el ritmo circadiano. Nuestras retinas perciben la luz y transmiten señales al núcleo supraquiasmático (NSC) del hipotálamo, que a su vez regula nuestro ritmo circadiano y una serie de procesos bioquímicos y celulares.
Los efectos de la alteración del ritmo circadiano van mucho más allá del sueño. Las personas que tienen un ritmo circadiano alterado por la luz artificial sufren un aumento de diversos riesgos para la salud, como inflamación, reacción inmunitaria exagerada e incluso pérdida ósea y muscular. Un ritmo circadiano desincronizado también puede causar trastornos dermatológicos y enfermedades autoinmunes.
La luz y el envejecimiento
Aunque se sabe desde hace tiempo que la luz artificial constante afecta a la salud de diversas maneras, nuevas investigaciones sugieren que también puede afectarnos de una forma mucho más visible. La luz artificial parece acelerar el envejecimiento, tanto externo como interno. Los estudios con animales sugieren que las personas expuestas a altos niveles de luz artificial no sólo desarrollan líneas finas y arrugas más rápidamente, sino que también pueden acelerar el envejecimiento de sus huesos, músculos y órganos. En los estudios, los ratones expuestos a luz artificial las 24 horas del día envejecieron mucho más rápido.
Aunque esto es una mala noticia para muchas personas modernas, también hay buenas noticias. Los ratones de los estudios se recuperaron parcialmente de los efectos del envejecimiento acelerado a las dos semanas de volver a un ciclo normal de sueño-vigilia. Cuando nos sentimos demasiado cansados y, en general, más viejos de lo que deberíamos, quizá podamos mejorar nuestro aspecto y nuestra salud reduciendo la exposición a la luz y estabilizando nuestro ritmo circadiano.
¿Es posible escapar de la luz artificial?
El problema para muchas personas modernas es que reducir la exposición a la luz puede ser una tarea difícil. Tenemos televisores y aparatos que se pueden apagar, pero no son los únicos que contribuyen a un mundo cada vez más luminoso. Muchas farolas son luces LED de alta temperatura de color, que provocan una enorme variedad de efectos negativos para la salud. De hecho, la Asociación Médica Estadounidense ha advertido a las comunidades que no utilicen farolas de alta temperatura de color, aunque muchas zonas siguen haciéndolo.
Además, la contaminación lumínica es un problema de primer orden en muchas partes del mundo. Aunque apaguemos nuestras fuentes de luz artificial, el mundo es más luminoso y brillante que nunca. A veces no hay forma de escapar de esta luz omnipresente.
Cómo recuperar el propio ritmo natural
Aunque no podamos escapar completamente de la luz ambiental, hay algunas formas de fomentar un ritmo circadiano saludable. Apaguemos las luces de nuestra casa por la noche, incluidos los dispositivos y aparatos electrónicos que producen luz. Acostémonos y despertémonos más o menos a la misma hora para que nuestro cuerpo pueda desarrollar un patrón de sueño fijo. Cerremos todas las cortinas y persianas para evitar la contaminación lumínica del exterior. También podemos tomar un suplemento de melatonina por la noche para ayudar a nuestro cuerpo a prepararse para una buena noche de sueño reparador.
La luz artificial está en todas partes y puede representar un peligro para la salud pública. Sin embargo, hay formas de reducir y compensar los efectos negativos de esta luz sobre la salud. Poner en marcha el ritmo circadiano es el primer paso para llevar una vida más sana y feliz.