Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que una dieta rica en sal reduce la población de la bacteria intestinal beneficiosa Lactobacillus. Esto, a su vez, afecta a las células inmunitarias, lo que puede conducir al desarrollo de hipertensión y enfermedades autoinmunes. Los probióticos pueden ayudar a frenar estos efectos.
Flora intestinal y enfermedades sensibles a la sal
Hace tiempo que se sabe que una dieta rica en sal contribuye a la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares, las cardiopatías y la insuficiencia cardiaca. Cuando la sal se acumula en el torrente sanguíneo, el organismo retiene líquidos para diluir el sodio. El corazón y los vasos sanguíneos tienen entonces que trabajar más para hacer frente al exceso de agua, lo que provoca la rigidez de los vasos sanguíneos y puede conducir a complicaciones cardiovasculares y, potencialmente, a la muerte.
Un mayor consumo de sal también se ha relacionado con el desarrollo de cáncer de estómago, y puede agravar aún más los síntomas de la osteoporosis. Investigaciones anteriores han demostrado que reducir el consumo de sal disminuye a largo plazo el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y muertes relacionadas con ellas, pero los científicos aún están tratando de comprender los mecanismos que subyacen a estas conexiones.
Los desequilibrios de la microbiota intestinal se han señalado como factores subyacentes de las afecciones inflamatorias sistémicas y las alteraciones del sistema inmunitario. Las investigaciones han demostrado que el desequilibrio de las bacterias intestinales puede estar implicado en muchos de los mismos problemas de salud cardiovascular derivados de una dieta rica en sal. “Pero hasta ahora nadie había estudiado cómo afecta la sal a las bacterias del intestino”, explica el investigador principal del estudio, el profesor Dominik Müller, del Centro de Investigación Experimental y Clínica (ECRC) y del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular de Berlín (Alemania).
Müller y sus colegas consideraron que éste era un merecido punto de interés. Según la Dra. Nicola Wilck, miembro del equipo e investigadora del ECRC, “las bacterias intestinales influyen en el organismo huésped, y el sistema inmunitario también es muy activo en el intestino”. El equipo decidió investigar el efecto que tiene la sal en las poblaciones bacterianas del intestino para determinar qué cambios se producen y discernir si esos cambios pueden estar relacionados con los efectos perjudiciales de una dieta cargada de sal. La investigación del equipo se ha publicado en la revista Nature. Sus resultados se presentaron recientemente en la Conferencia de la Sociedad Cardiovascular Británica, celebrada en Manchester (Reino Unido).
Una dieta rica en sal destruye las poblaciones de lactobacilos
Con su investigación, Müller y su equipo han logrado demostrar que el exceso de sodio disminuye los lactobacilos de nuestros intestinos, al tiempo que eleva la presión arterial y aumenta el número de células ayudantes Th17, células inmunitarias que estimulan la inflamación, causan hipertensión y están asociadas a enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple. Según Müller, “deberíamos empezar a ver nuestro microbioma intestinal como un objetivo viable para tratar afecciones que sabemos que se ven agravadas por la sal, como la hipertensión y la inflamación.”
En sus experimentos, el equipo alimentó a ratones con una dieta rica en sal en la que el sodio representaba el 4% de su ingesta diaria, frente al 0,5% de una dieta normal. El equipo descubrió que el mayor consumo de sal provocaba un descenso de la población de la bacteria Lactobacillus murinus. Los ratones alimentados con esta dieta tenían la tensión arterial más alta y también se descubrió que tenían poblaciones aumentadas de células Th-17. Cuando los ratones con hipertensión recibieron un probiótico que contenía Lactobacillus murinus, las poblaciones de Th-17 disminuyeron y los síntomas de hipertensión se redujeron.
Los investigadores decidieron entonces investigar si este efecto se trasladaría a los seres humanos. El equipo investigó la microbiota intestinal de 12 hombres sanos a los que se administraron seis gramos adicionales de sal cada día durante dos semanas, duplicando aproximadamente su ingesta de sodio. Como se observó con los ratones, en los sujetos humanos, los lactobacilos eran sensibles a la ingesta de sal, llegando a ser casi indetectables al cabo de 14 días. Como era de esperar, los participantes presentaban una presión arterial más alta y un aumento del número de células ayudantes Th-17 en la sangre. Los participantes que tomaron un probiótico sin receta durante una semana antes de empezar la dieta rica en sal mantuvieron niveles normales de presión arterial, y sus poblaciones de lactobacilos permanecieron intactas.
Una ventana abierta a las terapias del futuro
Según los investigadores, “aún no está claro cómo contribuyen exactamente las células Th-17 al desarrollo de la hipertensión arterial y otros efectos nocivos de una dieta rica en sal”, pero confían en que su investigación ayude a arrojar luz sobre posibles tratamientos de enfermedades sensibles a la sal.
Otro investigador, el Dr. Ralf Linker, de la Universidad Friedrich-Alexander, afirmó que “la esclerosis múltiple podría ser una de las enfermedades sensibles a la sal que podríamos tratar en el futuro con probióticos adaptados individualmente como complemento de las terapias inmunológicas estándar”.
Aunque el papel que desempeña la microbiota intestinal en nuestra salud es cada vez más objeto de atención por parte de los investigadores, es mucho lo que aún desconocemos sobre el modo en que otros organismos influyen e interactúan con nuestra flora intestinal. “Nuestro estudio va más allá de la mera descripción de los cambios provocados por la sal. Queremos tener en cuenta los procesos interrelacionados”, afirma el Dr. Müller. “No podemos excluir la posibilidad de que haya otras bacterias sensibles a la sal que sean tan importantes como el Lactobacillus”, prosiguió. “Esto podría ser la punta del iceberg en la selección de bacterias intestinales para tratar enfermedades graves”.
“Estamos aprendiendo que el sistema inmunitario ejerce un gran control sobre el organismo, más allá de lo que solemos considerar inmunidad. Los mecanismos por los que ejerce ese control aún se están desentrañando”, afirma Eric Alm, profesor del MIT y miembro del equipo. “Esperamos que nuestros hallazgos, junto con futuros estudios, ayuden a arrojar más luz sobre el mecanismo por el que una dieta rica en sal influye en la enfermedad”.