La fosfatidilserina pertenece al grupo de los fosfolípidos, compuestos que sirven de anclaje, por así decirlo, a las proteínas dentro de las membranas celulares. Estas moléculas proteicas desempeñan varias funciones importantes como receptores, enzimas y para el transporte selectivo de sustancias a través de la membrana. El refrán que dice que “una piedra que rueda no recoge musgo” también se aplica al cerebro. El entrenamiento de la memoria y la participación activa en la vida social, frente al retraimiento y el desinterés, son factores cruciales del estilo de vida que ayudan a mantener un rendimiento cerebral óptimo en la vejez. Además, deben evitarse las neurotoxinas conocidas, como el humo del tabaco y el consumo excesivo de alcohol.
La fosfatidilserina se encuentra en muchos alimentos, tanto animales como vegetales. Los alimentos de origen animal que contienen fosfatidilserina son la yema de huevo y los productos lácteos. El maíz, la soja, las semillas de girasol y la colza son importantes alimentos vegetales que contienen fosfatidilserina. El organismo de los jóvenes es capaz de sintetizar este importante componente básico, la fosfatidilserina, en parte por sí mismo. Con la edad, la capacidad de sintetizar esta sustancia disminuye, por lo que el riesgo de deficiencia aumenta a partir de los 45 años. Una dieta consciente y regular con alimentos ricos en fosfatidilserina a partir de los 45 años, junto con un estilo de vida sensato y activo, es una medida preventiva adecuada para mantener el rendimiento mental en la vejez.
Si la ingesta de fosfatidilserina a través de la dieta no es suficiente o hay un aumento de las necesidades, este nutriente puede complementarse con suplementos dietéticos especiales.
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